La primera es DÍAS DE SOLEDAD.
Este es un pequeño fragmento.
15 DE OCTUBRE 12:32
Me he levantado, me he puesto el chándal y el pelo sin
peinar sujeto en una coleta, he salido a la calle y todo me ha parecido
distinto. Tal vez sea yo que mire de otra manera, tal vez… el caso es que el
sol no lucía de la misma forma, me pareció apagado, sin brillo, sin fuerza, no
sentía su calor.
La gente pasaba igual que siempre, cada uno a lo suyo. Nadie
te mira.
Me he metido en la primera tienda que he visto, ha resultado
ser una de chinos. Tú te hubieras enfadado, habrías murmurado eso de “con todas
las tiendas de españoles que hay…” pero tú ya no estás, ya no importa nada…
Lo cierto es que en esas tiendas hay de todo, me he quedado
maravillada a pesar de mi estado de ánimo pésimo. Todo lo que puedas imaginar o
necesitar está ahí. Me he dirigido a la sección de papelería, he comprado este
cuaderno y me he vuelto a casa todo lo deprisa que podía ir sin correr. No he
mirado a nadie a la cara, no he hablado con nadie, los murmullos de la gente me
molestan, las risas, las palabras, los gestos… estar con otras personas me hace
sentir mal.
He llegado a casa y he abierto la puerta con un suspiro. Me
he quedado un momento con la espalda apoyada en la puerta, he mirado fijamente
lo que me rodeaba. Parece distinto. Nuestro piso, ahora solo mío. Todo igual y
tan diferente. He sentido pánico y he corrido otra vez a la cama. Me he quitado
el chándal y lo he dejado tirado en el suelo, mi pijama estaba dónde lo había
dejado, sobre la alfombra, mecánicamente me lo he puesto y me he metido en la
cama como si eso pudiera salvarme, salvarme de mis sentimientos, salvarme de mi
dolor, salvarme de mí… pero eso no es posible.
Estoy escribiendo esto para sentirme mejor, pero no sirve de
mucho, aunque mientras escribo parece que el tiempo pasa más rápido, al menos
estoy entretenida.
He llamado al trabajo, no me encuentro con ánimos para ir a
trabajar. Les he pedido unos días de vacaciones con la excusa de que no me
encuentro bien. Me han concedido una semana, a pesar de que me deben 15 días, y
eso porque ahora no hay mucho trabajo. Son unos tiranos, solo interesa la
producción, no las personas, no importamos nada más que para hacer el trabajo
lo mejor posible en el menor tiempo, lo demás no importa. Somos como máquinas,
instrumentos para llegar a un fin, nada más. ¡Qué triste! Antes no me había
puesto a pensar en estas tonterías y ahora mírame, estoy analizando nuestra
sociedad mientras estoy en la cama, llorando de dolor y de rabia, sin
entenderme ni a mí misma.
Me faltas tú.
Tú.
Mi sustento.
Mi pilar.
El que me sujetaba cuándo estaba a punto de caer. El que me
hacía reír cuando me moría de ganas de llorar.
El que hacía que mi
vida tuviera sentido.
Tú…
¡Ya estoy llorando otra vez!
16 DE OCTUBRE 03:08
No puedo dormir. Llevo todo el día en la cama, y el de ayer
también. Pero no tengo ganas de levantarme, no tengo ganas de nada más que
taparme entera con el edredón y llorar. Llorar hasta que ya no tenga lágrimas y
me quede dormida y dormir y dormir. Dormir lo suficiente para que cuando me despierte
ya no me acuerde de nada, ya no sienta nada. Pero ni siquiera me queda el
consuelo de poder seguir llorando, parece que dos días enteros es mi límite.
Está bien saberlo.
He levantado las persianas, creí que ver el cielo y las
estrellas me animarían. Pero no veo nada, solo tejados y chimeneas y antenas…
no hay cielo azul ni maravillosas estrellas.
¡Mira! Ya me vienen las lágrimas otra vez…
16 DE OCTUBRE 18:32
Me he levantado a comer algo, no es que tenga ganas, no
quiero comer, pero mi cuerpo me pide a gritos que tome algo sólido. He entrado
en la cocina y he abierto el frigorífico. Se me ha parado el corazón. Lo
primero que he visto han sido los yogures esos que solo tomas tú, que saben a
rayos pero que dices que son muy sanos, y el tapper con las sobras de la última
comida que hiciste, “macarrones a la parmesana”, tu especialidad. He cogido el
tapper y un yogur, me he sentado en el suelo y me he puesto a comer los
macarrones fríos mientras unas enormes lágrimas corrían por mi cara, hubo un
momento en que pensé en congelarlos, para tenerlos siempre. Luego he pensado
que no puedo ser más patética, ni más estúpida…
Y ESTA ES LA SEGUNDA, tengo el triste defecto de no poder centrarme en un punto en concreto, por lo que siempre tengo varios proyectos abiertos, por mí que no quede ;)
Se adentró en el
bosque como cada tarde, se dirigía hacia el claro donde la estaba esperando
Robert, su amigo de la infancia, allí luchaban diariamente con la espada, ella
aprendía a defenderse, él practicaba pues hacía poco que se había convertido en
soldado. Su señor feudal, sir Arnold Wilson le había dado trabajo en cuanto
cumplió los 10 años, como escudero, ahora se sentía muy orgulloso de su nueva
posición.
Siguió caminando y
como había supuesto, Robert ya estaba calentando.
-Venga niña, que no
tengo todo el día, hoy te has retrasado.
-Ya ves, he tenido
un pequeño problema con los caballos.
-Déjame adivinar…
¿el nuevo?
-Sí, ese mismo, es
hijo del demonio, te lo juro, no me soporta, en cuanto me ve echa a correr y
no hay quién lo alcance.
Robert se reía
mientras ella hablaba.
-¡No te rías! Es la
verdad.
-Qué cosas tienes,
seguro que ha sido pura casualidad, Diamante es un caballo estupendo.
-Ya claro, para ti
que cuando lo montas pareces más alto.
El muchacho soltó
una sonora carcajada.
-¿Más alto? Soy lo
suficientemente alto.
-¿Sí? Para qué.
-Pues para ser un
buen mozo.
Ahora fue ella la
que se echó a reír.
Robert era hijo del
herrero, tenía tres hermanos mas, todos varones, él era el pequeño aunque no el
más bajo, su piel blanca y su pelo castaño claro, tenía unos ojos que a veces
recordaban a la miel, apuesto, simpático y divertido. Su padre no era un hombre
apegado, era violento y desagradable. Un día mientras ella paseaba por el
bosque lo encontró tendido en el suelo y mal herido, sin preguntar nada lo
cogió y como pudo se lo llevó a casa, allí lo curó de sus heridas, desde
entonces fueron amigos inseparables, y por desgracia no fue la última vez que
tuvo que curarlo.
Pasadas las seis
Robert la acompañó hasta su casa. Leonor vivía con sus padres en una cabaña
bastante lejos de la aldea, su padre poseía tierras pero ya estaba mayor y las
tenía arrendadas, también tenían animales de los que se ocupaba Leonor y una
enorme huerta donde trabajaban los tres, era hija única.
-Hola señor
Morrison.
El padre de Leonor
estaba sentado en la entrada de la casa.
-Hola muchacho, que
tal te va.
-Pues bien señor.
-¿Ya me traes a mi
pequeña?
-Sana y salva
señor, como siempre.
-Muy bien –dijo el
hombre mientras apretaba la mano de su hija afectuosamente- así me gusta, sana
y salva.
Los tres rieron.
Decidió ir a por
moras en cuanto su madre comentó que quería hacer un bizcocho de dicha fruta, a
ella le encantaba ese postre, no lo dudó ni un momento y salió de la casa con
la cesta y una enorme sonrisa. Una sonrisa que desapareció en cuanto se
encontró con Samuel.
Distraída en su
tarea no se percató de la llegada de los hombres hasta que estos estuvieron prácticamente
a su lado, con un brinco se puso en pie, aún con la cesta de moras en la mano.
-Vaya, vaya, mirad
que animalito hemos encontrado en el bosque.
Los otros dos
hombres la miraron con una media sonrisa horrible en los labios. Samuel se
acercó un paso más a ella, y esta retrocedió un paso.
-Qué queréis.
Samuel puso la mano
en el mentón fingiendo pensar seriamente la pregunta.
-Bueno, una
pregunta interesante Leonor, aunque creo que sabes bien la respuesta.
A ella se le
aceleró el corazón de miedo, no soportaba a Samuel, el hijo de sir Wilson, su
señor feudal, un muchacho prepotente, desagradable, violento, creía que todos
debían hacer su voluntad, por ser el hijo de quién era, no tenía reparos en
tomar lo que quisiera sin importarle absolutamente nada.
-No te acerques a
mí. ¡Déjame en paz Samuel!
El soltó una
carcajada.
-Me gustas mucho Leonor,
nunca dejas de sorprenderme, pero no sé por qué te haces tanto la estrecha –se
acercó un poco más- yo sé que me deseas.
A ella le dio un
vuelco el estómago de puro asco. Sabía que tenía que alejarse de él, era
peligroso, y no había traído ni una triste daga para defenderse.
Los otros dos
hombres se acercaron un poco más a Samuel, y este dio un paso en dirección a Leonor
que sin pensárselo si quiera, echó a correr por el bosque.
-¿A dónde vas?
¿Crees que no te voy a coger Leonor? –Preguntó echando a correr detrás de ella-
Qué ilusa, tarde o temprano te atraparé.
Leonor tiró la
cesta de moras a un lado pues la impedía la movilidad y sin saber hacia donde
siguió corriendo, oía los pasos de sus perseguidores muy cerca de ella, cada
vez más, la atraparían, estaba segura y después, después…prefería no pensar en
eso, tenía que correr y muy rápido. Debía sortear las ramas de los árboles que
la golpeaban el cuerpo, y el vestido limitaba considerablemente sus
movimientos, su corazón iba muy rápido, casi no podía respirar y sentía
punzadas en el pecho y en la cabeza, ¡estaba perdida! No podría escapar, no
esta vez… de pronto se dio de frente con algo, algo duro y fuerte, de la fuerza
del impacto ella salió disparada hacia atrás, pero una mano firme la sujetó por
los codos e impidió que se golpeara con el suelo.
-¡Cuidado muchacha!
Leonor, que se
había agarrado fuertemente a los brazos del hombre, levantó la mirada
lentamente, lo que vio la dejó conmocionada, era un hombre, ¡pues
claro que era un hombre! Pero el hombre más apuesto que jamás había conocido,
sus ojos negros la miraban profundamente y por un instante se perdió en la
inmensidad de esa mirada.
A lo lejos se oían
los pasos de los tres rufianes y volvió
a la realidad.
-Por favor señor,
ayúdeme, no deje que me atrapen, se lo suplico.
-¿Qué…?
Pero antes de que
pudiera continuar un hombre apareció
seguido de otros dos. Instintivamente la puso detrás de él y sin que ella se
diera cuenta aparecieron a su lado un montón de hombres enormes y la rodearon,
¿De dónde habían salido? Ella estaba conmocionada pero no dejaba de mirar a su
alrededor, de pronto se sintió muy pequeña, todos los hombres que estaban junto
a ella eran altísimos y enormes. Todos vestían ropas de guerra, cota de malla, yelmos
y unas espadas tan grandes como ella misma colgaban de sus cinturas, miró al
frente y solo pudo ver la espalda, inmensa, del hombre que la había sujetado
antes, también vestía cota de malla pero no llevaba yelmo, su mano derecha ya
estaba en la empuñadura de su espada.
Samuel se quedó
paralizado en cuanto vio al guerrero, frenó tan en seco que los dos hombres que
le seguían se golpearon con él. ¡Malditos fueran! ¿Cómo podían ser tan estúpidos?
Pero eso a él le había importado poco cuando los contrató, debían servir para
sus planes, si eran idiotas a él no le importaba mientras cumplieran con sus
propósitos.
Miró al guerrero a
la cara, era fiero y fuerte, de eso no cabía duda, al instante sus compañeros
de armas se acercaron a él formando un muro casi impenetrable. Pero no podía acobardarse, él era el hijo del señor de esas tierras, nadie podía hacerle
daño o se enfrentaría a la ira de su padre, reunió valor y se dirigió al que
parecía ser el jefe, que era sin duda el más grande de todos.
-Devolverme a la
muchacha.
Él lo miró sin
cambiar la expresión de su cara.
-¿Por qué debería
hacerlo?
-Ella me pertenece.
Leonor abrió mucho
los ojos, no podía consentir que dijera eso, si esos hombres creían que era de
él no dudarían en entregarla. Le tocó la espalda con cuidado.
-Eso no es verdad
mi señor. –le dijo a la espalda, con mucha firmeza, o eso supuso ella.
El dueño de la
espalda no hizo ningún caso de lo que ella le había dicho, tal vez no lo dijo
con suficiente fuerza, le miró intensamente, empezó a tener miedo.
-No te preocupes
muchacha, mi señor no dejará que te suceda nada malo.
Ella miró hacia el
hombre que la había hablado, sonreía amablemente y la infundió confianza, se
serenó y se dispuso a esperar lo que estaba por suceder.
-¿Es tuya dices?
-Sí, lo es.
-¿Es tu esposa?
Samuel dudó un
instante, ¿A qué venía eso?
-No.
-¿Tu hermana tal
vez?
-No.
-¿Tu prima?
Samuel empezaba a
ponerse nervioso.
-No.
-¿Tenéis algún
parentesco familiar?
-No. –contestó
Samuel claramente enfadado.
-¿Y por qué dices
que te pertenece?
Samuel perdió la
paciencia, no podía perder el tiempo con aquél imbécil, quería a Leonor ya.
-Soy el hijo del
señor de estas tierras, todo lo que hay en ellas me pertenece, ¿Y quién sois
vos señor, qué estáis en tierras de sir Wilson sin ser invitado?
De los ojos del
guerrero salieron chispas, pero Samuel no se inmutó.
-Soy Sir Connor
Johnson Edwards.
Samuel abrió mucho los
ojos, claro signo de reconocimiento, de repente se puso nervioso. Leonor lo vio
a través del hueco del brazo del tal Connor, por lo visto era un hombre
importante.
-Y puedes ir diciéndole
a tu señor que estoy en sus tierras, dentro de dos horas iré a verlo y mis
hombres y yo nos quedaremos al menos una semana, que lo tenga todo preparado.
Samuel asintió con la
cabeza, echó un ojo a Leonor pero fue lo suficientemente listo para no decir
nada, se dio media vuelta y se marchó.
Leonor respiró
profundamente, sintió como todos a su alrededor dejaban espacio y Connor se
giró, quedó frente a un pecho enorme y firme, sintió como respiraba por su
movimiento y durante unos segundos se quedó así, sin saber muy bien qué hacer.
-No me gusta nada ese
muchacho, al parecer las habladurías son ciertas. –dijo Connor a sus hombres.
Reparó en la muchacha que estaba frente a él sin moverse, con la vista fija en
sus ropas.-Bueno, parece que ya eres libre.
Leonor levantó la
mirada, sus ojos eran de un verde musgo y lo miraban con una gratitud enorme.
-Gracias mi señor, se
lo agradezco mucho.-Dio un paso atrás algo cohibida, dirigió su mirada
alrededor – muchas gracias mi señor- y
comenzó a andar con paso firme.
-¿A dónde vas?
Ella se giró lentamente
y lo miró extrañada.
-A mi casa, señor.
-No creerás que te
vamos a dejar ir sola.
Leonor lo miró
fijamente, no sabía muy bien con quién estaba tratando, por lo tanto debía
tener cuidado con lo que decía.
-Bueno, no veo razón
por la que deban acompañarme, Samuel ya se ha ido y puedo volver a casa
tranquilamente.
-Pues yo creo que no.
Te acompañaremos muchacha.
El tono daba a entender
que no había discusión posible, Leonor abrió mucho los ojos y se acercó.
-Mi señor, de verdad,
no debe molestarse, ya no hay peligro.-suplicó.
Connor la miró
fijamente.
-No es molestia.
Leonor sintió pánico,
que dirían sus padres se la viesen llegar con todo un ejército.
-Pero… pero, mi señor,
mis padres ya son bastante mayores y no creo que les haga bien verme llegar
seguida de un montón de guerreros gigantescos armados, se les podrían parar el corazón del susto.
Una media sonrisa
apareció en los labios de Connor que hizo que a Leonor le diera un vuelco el
corazón.
-Guerreros gigantescos
¿eh?
Leonor se dio cuenta,
por primera vez de lo que había dicho, se puso roja como un tomate y bajó la
mirada.
-Lo siento, no quería
ofenderlos.
-No nos ofendes
muchacha -contestó el hombre que le había dado ánimos antes- en verdad es un
buen alago, ¿verdad chicos?
Todos asintieron a la
vez.
-Te acompañaremos
–sentenció Connor- ya veremos lo que hacemos para no asustar a tus ancianos
padres.-comentó con un tono divertido.
Leonor, viéndose
derrotada asintió con la cabeza y esperó a que los soldados se pusieran a su
lado, luego se adentró en el bosque con un ejército de hombres gigantes y
aterradores.
¡Qué buena tía! ¿Dónde tenías oculto ese talentazo? Estoy deseando leer ambas novelas que van a ser un éxito, ni lo dudes. Un abrazote guapa.
ResponderEliminarGracias Sonia, me encanta que te gusten, me haces muy feliz.
EliminarBesotes
El primer fragmento se ve que va hacer una de las historias q me gustan....donde me emocione, ria y me enternezca ya me tiene ganada...Esperare al lanzamiento, avisa eh.
ResponderEliminarEl segundo, aunque me atrajo, me sigo quedando con el primero jejejejej
Me alegra que te guste, muchas gracias y espero no decepcionarte si alguna vez ve la luz;)
EliminarBesazos!!
Qué pasada!!! no se cuál comentar primero...
ResponderEliminarBueno voy por orden, el primer relato es muy triste y conmovedor, no es del tipo que a mi me gusta (más que nada por que parece deprimente), pero escribes, tan, pero tan bien, que lo quiero seguir leyendo.
Y el segundo, no solo quiero seguir leyendo, necesito que continúe la historia, hija me has dejado a con la intrínculis, y ya sabes plumilla que a Laidy eso no se le hace... jejejeje!!!!
En fin, que decir, soy tu fan número uno y estoy deseando leer estas historia y la segunda de ya sabes...
Este segundo libro, tiene una pinta increíble, y me llama muchísimo la atención.
La Musa del arpa te ha dado resultados eh???
Un abrazo enoooorme.
Ay mi Laidy!!! Eres un encanto, al final me lo voy a creer y todo jajaja
EliminarGracias por estar ahí, gracias por tus comentarios y gracias por ser como eres.
Besazos
Escribes como los angeles, jodia por saco.
ResponderEliminarEl primero es muy triste, pero en el tipo de novela que nosotras practicamos, sabemos que tarde o temprano se recuperara la sonrisa y la esperanaza... ya veremos si el de los macarrones ha muerto o se ha pirado con la prima.
El segundo me encantaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa, ya sabes que la historica me pirra..... que buena eres jodia
Ey Lury!! Al final tú por aquí ;) jajaja
EliminarEl típo no se murió, es el malote :)
Me encanta que te gusten!!!!
Besazos
Arman se me había pasado esta preciosa entrada y no me lo hubiera perdonado por nada del mundo.
ResponderEliminarQue escondido lo tenías!!!!Vaya talento!!!!
El primer relato como han comentado, es muy triste pero a veces es necesario. Me da que de eso puede salir una historia con mucho potencial.
El segundo me encanta, adoro la historia y lo medieval más todavía.
Ya quiero seguir leyendo ambas historias!!!!!!
Escribes muyyyyyy bien. Espero que las musas te sigan acompañando!!!
Muchos besos!!
Tienen muy buena pinta, me quedo a ver un poco más.
ResponderEliminarBesos y feliz Año
Hola: Es creo que la primera vez que visito tu blog! Perdón pero no lo podía encontrar...Me ha fascinado la segunda de tus hidtoria y me encantaría seguir su lectura, te pido por favor me avises si lo debo hacer en otro lado ;)
ResponderEliminarTe felicito estos escritos estan fantásticos y me ha encantado conocer tu blog y futuras obras...Ya me tendrás seguido por aquí =D
Besitos =)